La apropiación cultural que abordamos en este artículo se basa en cómo los pueblos y comunidades Indígenas están sufriendo el extractivismo o apropiación sin su consentimiento libre, previo e Informado y donde no son respetados como los creadores colectivos de dicha cultura.
La apropiación, en general, implica la separación de la creación de los autores originales, la modificación del significado original o el uso de la creación para ser comercializada como un nuevo producto de consumo masivo. Este nuevo producto se muestra como una nueva creación o reinventado por el apropiador. El beneficio del reconocimiento social o beneficio económico permanece con quienes se apropiaron de la cultura tangible o intangible.
Por un conocido medio nacional nos enterábamos de la inauguración de un singular restaurante en el World Trade Center de Asunción, lo llamativo de este restaurante es que utilizaron el nombre “MAKÁ” como marca comercial, que originalmente es el nombre de un pueblo indígena en Paraguay, también utilizaron fotos y artesanías como una forma de exhibición absurda, que dejó indignada a más de una persona, y todo esto pasaba sin el consentimiento del pueblo Maká.
“El Pueblo Maká no autoriza que este restaurante lleve el nombre de Maká. Al dueño no le conocemos, es decir, no hizo la consulta previa al Pueblo Maká para el consentimiento. Es muy grave lo que nos hicieron otra vez, de tantos atropellos a nuestros legítimos derechos”, afirma el líder de la comunidad Maká, Mateo Martínez, en su red social.
¿Qué es la apropiación cultural?
La apropiación de las tierras indígenas para su explotación y de los individuos como mano de obra y esclavos es una práctica histórica en nuestro continente. Algo común desde la colonización, o incluso antes, es que la cultura dominante se sobreponga a las minorías. En Paraguay, el despojo de tierras de pueblos indígenas por parte de sojeros y empresarios es una práctica recurrente, etnias que siguen viendo daños en sus tierras, cuerpos y patrimonio cultural. De esta manera, la opresión de las comunidades indígenas no es solo a nivel físico y territorial, sino también en el ámbito de su cultura.
En los últimos años ha aumentado el uso de nombres, símbolos, patrones y palabras indígenas, para propósitos comerciales. Esto entra, sin duda, en la categoría de “apropiación cultural”, relativa a tomar ciertos elementos de una cultura y usarlos como propios, en este caso despolitizadamente, pero de modo no autorizado y mucho menos remunerado. No existen los derechos de autor, ni el concepto de plagio.
Esto a menudo implica una clara infracción de la ley. Sobre todo cuando se trata de tomar cosas palpables, como terrenos, propiedades, objetos o artefactos culturales, es decir, la propiedad privada. Sin embargo, entramos en terreno mucho más borroso cuando se trata de cosas intangibles como la simbología o los nombres indígenas.
Aunque en esta batalla de la apropiación cultural habrá quienes defiendan que la cultura indígena es inspiradora y que estas acciones pueden ser un perfecto altavoz para poner en conocimiento prácticas, usos y costumbres de pueblos muy alejados de nuestra realidad, no se debe confundir con la usurpación y descontextualización identitaria de los pueblos indígenas y comunidades. El hecho es que el mundo posee un rico y diverso patrimonio inmaterial que debemos cuidar y respetar para preservar el legado histórico y cultural de sus diferentes civilizaciones.