La jugada del cartismo que envió al archivo el juicio político a la Fiscal General del Estado y en la que cayeron sus propios impulsores
Ayer continuó la sesión extraordinaria que trató el único punto del día: enjuiciar a la Fiscal General del Estado, Sandra Quiñónez por mal desempeño de funciones. Hubo muchas causales para llevar a cabo esta acción; pero la principal de todas es la designación del expresidente Horacio Cartes como “significativamente corrupto” por los EE.UU. por lo que el protegido de Sandrita: no podía seguir extendiendo sus tentáculos a la Fiscalía, la institución que se supone debe investigarlo.
El diputado Eusebio Alvarenga del PLRA propone la postergación del juicio político, pero un decidido Celso Kennedy, liberal llanista, adelantaba que su voto sería a favor del enjuiciamiento a la Fiscal General del Estado, por lo tanto, se llama a votación: lo que arroja como resultado una mayoría de diputados cartistas y liberales llanistas-dionisistas decididos a continuar con el debate. Ya los cartistas festejaban por esta primera pequeña victoria que los acercaba a su objetivo final: enviar al archivo.
Los impulsores: Fuerza Republicana, liberales, encuentristas, patria queridistas e incluso el independiente Jorge Brítez se retiraron para no dar quórum, con la confianza de que aquellos que le habían dado su palabra les seguirían. Lo que no supieron prever es que en la votación para la postergación los liberales cartistas optaron por continuar con el debate, siendo mayoría los diputados cartistas y aliados en la sala; aparece Raúl Latorre a conducir la sesión extraordinaria para proceder, finalmente, a la votación: 26 colorados cartistas y de Fuerza Republicana, entre ellos Luis Urbieta y Miguel Cuevas, se mantuvieron en contra, hubo 3 abstenciones, y 15 liberales que votaron a favor para el despiste, pues, sabían que solamente necesitaban dar quórum y votar a favor para cumplir con el mandato de su partido y así poder postularse para las elecciones.
El cartismo ganó tan fácil y cómodamente que la culpa no es solo y simplemente de los que se opusieron a abandonar la sala, sino también de aquellos que confiaron ciegamente en que estos traidores de la patria les seguirían; los cartistas rojos y azules ya estaban decididos a terminar con la cuestión que amenazaba la tranquilidad de su queridísimo líder Horacio Cartes.