Santiago Peña, candidato presidencial de la ANR, es un ejemplo más de que la vieja política continuará si es electo.
Es innegable que Santiago Peña está siguiendo al pie de la letra el guion de Horacio Cartes, expresidente de la República (2013-2018), actual presidente de la ANR, quien ha sido señalado como significativamente corrupto por los Estados Unidos. En el 2016, Santiago Peña, antes afiliado al partido liberal, se afilió a la ANR para así continuar al frente del Ministerio de Hacienda.
En su más reciente discurso en una reunión proselitista con funcionarios de la Itaipú Binacional, el sincericidio de Peña se hizo viral:
“Lastimosamente hay muchos correligionarios que no entienden, que creen que los cargos que tienen son porque son guapitos, porque tienen la pared llena de títulos (…) pero los que llegan a los cargos llegan gracias al Partido Colorado” sentenció Peña.
Haciendo alusión al prebendarismo como medio para acceder a un puesto en la función pública, es así como Peña pretende llegar a la presidencia: con votos de hurreros. La función pública sigue siendo una mina de gente no preparada que ocupan cargos por el simple hecho de ser colorados y estar al servicio de estos.
Santiago Peña negó hasta su propia formación educativa como factor determinante para llegar a ser candidato presidencial, y seguro de sí mismo dice: “Llegan gracias al partido colorado”, “es tu coloradismo lo que te hace diferente”.
Las reacciones de las personas no se hicieron esperar.
En definitiva, si anhelamos un cambio real: votar por Santiago Peña no es una opción. El continuismo del partido colorado al poder acrecienta las desigualdades y resta oportunidades a las personas que sí estudian, las que se esfuerzan, a pesar del sistema mediocre de transporte público, a salir adelante y durante años seguir formándose para alguna vez trabajar en el cargo que desean porque son capaces.
Seguirá la ineficiencia en la gestión pública, la corrupción en cada una de las instituciones y, sobre todo, significará un retroceso gravísimo para la sociedad.
No podemos obviar el hecho de que la prebenda y el nepotismo siempre han sido una parte integral del modelo de gobierno del coloradismo.